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Inuyasha y Kagome
-Tu eres la que quiere ir a
ver la alberca… yo me opongo por que esta nevando afuera.- se lo hace saber al
acostarse en la cama matrimonial de la habitación.
-No te quejes.- se lo exclama
Kagome, al abrir la puerta, y dejar de aquel lindo bikini de matices azules,
desde el blanco hasta el negro.
Gira su cabeza para ver a
Kagome de pie, recorriéndola con su mirada dorada aquel cuerpo.
-¿Nos vamos?.- lo pregunta con
una sonrisa, para tomar la toalla que tiene Inuyasha debajo de la cabeza.
No contesta nada… ¿Cuándo fue
el momento en que Kagome dejo de ser una pequeña?... ¿en que momento se
convirtió en una mujer?.
¡Que demonios!...
¿Por qué esta pensando en todo
eso?... ¿serán a caso las palabras de Kikio?.
¡Ni siquiera puedes darte cuenta
que amas a esa mujer!... cada cosa que hace esa mocosa tú estas ahí para ver…
¡ni siquiera dejas que vaya a una cita!, en que puede afectarte que vaya a ese
viaje y se revuelque con cualquier hombre.
Esas habían sido las palabras
de Kikio cuando esta lo dejo, y todo comenzó por que Kagome le anuncio el viaje
hacia Estocolmo, para terminar con la maestría de la profesión que ejerce “Maestra”.
¿Por qué Kikio no entendía que
su deber era proteger a Kagome?...
Decide Inuyasha Taisho… esa
mocosa o yo
Las ultimas palabras de Kikio…
y cuando le anunció que no iba a cambiar de parecer en el viaje, lo deja para
irse con otro, ¡ja!... lo del viaje solo fue el pretexto perfecto para que
Kikio tuviera y lo dejara.
-Inuyasha… Inuyasha, llamando
a Inuyasha… tierra llamando a Inuyasha.- lo menciona Kagome burlonamente,
subiendo a la cama, y posarse encima de su abdomen.
-¿He?.- es la única respuesta
del chico al fijar su mirada en la persona que esta encima suyo, viendo a
Kagome sonriéndole, dejando expuesta todo esa figura ante sus ojos.
-¿En que piensas?.- lo
pregunta Kagome inclinándose para acostar su cabeza en el pecho de Inuyasha,
sintiendo como esté la abraza.
-En que espero que Miroku este
atendiendo la empresa de manera correcta.- lo miente, suspirando para tratar de
controlar sus emociones y… ¿deseos?.
-Miroku no es tonto.- lo
susurra suavemente Kagome.
-¡Ja!, cuando esta enfrente de
una mujer si.- se lo recuerda, al presenciar muchas veces el comportamiento
tonto ante una mujer.
Escucha la risa de Kagome,
dejando que todos sus músculos se relajen poco a poco, es como si aquella mujer
fuera una droga para él.
-¡Vamos a la piscina!.- lo
exclama Kagome, dando un brinco encima de Inuyasha y salir de sus brazos a todo
prisa- ¡el ultimo es gallina!.- lo termina diciendo Kagome para salir de la
habitación a toda prisa.
Por su parte solo suelta un
suspiro que dándose todavía tumbado en la cama, ¿preguntándose como demonios
hará para no acabar haciéndole el amor a Kagome?, su mente se niega a esa
posibilidad, pero esta claro que su cuerpo no.
¿En que lió se ha metido?
-.-
-Auch…- se queja Kagome, al
chocar con alguien.
-Perdóneme no vi por donde
estaba.- lo dice aquella voz, sosteniendo entre los brazos a aquella adorable
mujer.
-Es mi culpa.- se lo dice
Kagome, al sobarse la nariz ya que ello fue con lo que se impacto.
-Disculpa aceptada… si acepta
la mía.- se lo dice aquel hombre, sin soltarla.
-Oh claro.- se lo hace saber
Kagome, al fijar su vista detenidamente, ojos marrones como los suyos, cabello
castaño, piel blanca, y una altura razonable, unos centímetros mas bajo que
Inuyasha.
-Mi nombre es Akitoki ¿y el
suyo?.- se presenta mostrándole una sonrisa.
-Kagome.- se lo dice de la
misma forma.
-Un placer conocerla señorita
Kagome.-
-Dime Kagome por favor.-
-¿Hacia donde ibas Kagome?.-
lo pegunta con curiosidad y sin retirar su mano de la cintura de esta.
-A la piscina.- lo confiesa de
forma infantil que ocasiona que el mismo hombre ría.
-Que confidencia yo también me
dirijo hacia aya.- se lo informa
-¿Enserio?.- lo pregunta
inocentemente Kagome
-Si… sugiero que vayamos
juntos.- se lo dice Akitoki con una sonrisa, observando a la mujer entre sus
brazos, muy hermosa.
-Bueno yo…-
-¡Kagome!.- se escucha una voz
furiosa a pocos metros de distancia.
¡Oh no!… Inuyasha
-¿Qué demonios haces?.- es la
primera pregunta que sale de los labios de Inuyasha, apartando a Kagome de los
brazos de aquel hombre, y ponerla entre los suyos.
-Choque con Akitoki… y me
sostuvo para que no cayera.- se lo explica Kagome, sintiéndose tonta en dar
explicaciones.
-Le agradezco joven Akitoki…-
se lo dice Inuyasha con desprecio.
-No se preocupe señor…-
-Taisho… Inuyasha Taisho.- se
lo dice.
-Señor Taisho, para mi fue un
placer evitar que su esposa sufriera alguna lesión.- se lo dice Akitoki,
suspirando interiormente el que esa mujer este casada.
¿Casada?... ¿con Inuyasha?... si es su sueño,
pero él nunca la vería mas que una hermana… así que ¿para que ilusionarse?,
aparte tiene a Kikio que tarde o temprano regresara a él.
-Se lo agradezco.- lo menciona
Inuyasha cortésmente- pero nosotros vamos a la piscina.- se lo informa
obligando a Kagome avanzar con él.
-¿Por qué no le dijiste que no
estamos casados?.- lo pregunta Kagome, al ver que aquel hombre ya no esta
cerca.
-¡Ja! Y permitirle que te siga
comiendo con la mirada.- se lo contesta en un tono lleno de celos.
-Al paso que voy me quedare
virgen de por vida.- lo menciona Kagome agitando sus brazos, como si aquello le
pesara.
-¿Para que quieres acostarte
con alguien?.- lo pregunta enfado, imaginarse a Kagome en brazos de otro le da
una cierta molestia que empieza a detestar.
-¡Claro como tú ya no eres
virgen!, no sabes lo frustrante que es que a los veinticinco años eres la única
virgen y soltera del mundo donde vivo.- se lo dice Kagome al detenerse y
encarar a ese hombre.
-Hay otras mujeres.- se lo
dice como defensa, tendría que ver alguna así, pero lo peor es que no conoce a
ninguna que no sea Kagome.
-¿Así cuales?... que yo sepa
todas están casadas… todas las mujeres de mi generación están con sus hijos… y
yo no puedo por que tengo a mi perro guardián.- se lo hace saber mostrándole
sus ojos cristalinos.
-No es para tanto…- lo murmura
suavemente Inuyasha, estirando sus brazos para que Kagome corra a abrazarlo
como suele hacerlo.
-No es eso… es que yo… yo
quiero casarme… quiero tener a alguien con quien dormir… que me abrace cuando
tenga frió, miedo, felicidad… contarle mis preocupaciones, mis miedos… yo…- lo
balbucea lentamente, hundiendo su rostro en el pecho del chico mientras lo
rodea con sus brazos.
-Para eso me tienes a mí…- lo
susurra lentamente, tratando de confortar a su amiga.
-No es cierto… tu tienes a
Kikio… yo no tengo nada.- se lo reprocha.
-Te prometo cambiar…- lo
murmura sin deja de abrazar a Kagome, en cierta parte Kagome tiene razón, esta
siendo demasiado egoísta… pero no puede dejar de serlo cuando se trata de
Kagome, no puede dejar de pensar en que Kagome… no… simplemente no puede pensar
en que otro sea el que la contemple durmiendo, la abrace cuando tiene miedo… o…
le haga el amor.
-.-
-¡Que cansada estoy!.- lo
exclama una pelinegra al tumbarse en la cama.
-Ya lo creo, te la pasaste
nadando toda la tarde.- se lo dice Inuyasha, saliendo del baño tan solo con un
pans.
-Y tú me has acompañado.- se
lo recuerda sonriendo sin ver a Inuyasha, observando el techo blanco de la
habitación.
-Por supuesto, pero a
diferencia de ti pequeña… yo diario hago ejercicio.- se lo recuerda con una
sonrisa, observando a Kagome tendida en la cama con ese sencillo camisón que
tal vez de pie le llegue un poco debajo de las rodillas.
-Vamos a dormir Inuyasha…- lo
suplica Kagome soltando un suspiro sin querer mirar a su amigo, deseando que en
esos momentos el se diera cuenta que es una mujer no una chiquilla de todavía
trece o quince años.
¿Sería correcto dormir con
Inuyasha?, lo ha hecho en las ocasiones que ha estado de viaje ya que como
suele pasar el hotel solo esta reservado para estudiantes y no hay cupo para el
señor “perro guardián”, así que este opta por dormir en la habitación de
Kagome, pero por ello todo esta cambiado, hasta su nombre… de ser Kagome
Higurashi es Kagome Taisho, no es que le moleste eso… lo que le duele es que
eso solo sea por temporadas cortas y después él vuelve a lado de Kikio.
Típico final de viaje,
Inuyasha vuelve con la modelo y ella se vuelve a su departamento sola…
sufriendo por un amor que no puede tener por más de veinte años.
-¿En que piensas?.- lo
pregunta una voz sacando de sus pensamiento.
Abre sus ojos y encuentra a
Inuyasha a su lado, mostrándole a aquel amplio pecho signo de horas y años de
ejercicio, aquel hombre por el cual toda chica que conoce cae rendida ante sus
pies.
-¿Kagome?.- la vuelve a
llamar.
-¿Qué pasa pequeña?.- lo
pregunta al observarla detenidamente a su lado, bien puede con un movimiento
dejar a esa mujer entre sus brazos y debajo de él, para comenzar a desnudarla
lentamente.
-¿Inuyasha?.- lo pregunta
Kagome al incorporarse en la cama al ver como este se levanta de ella y
comienza a caminar hacia la terraza del lugar.
-Duerme pequeña, mañana tienes
que levantarte temprano para ir a la conferencia.- se lo hace saber al recordar
las palabras de la chica en el avión.
¡No es justo!, yo voy a ir a
esa tonta conferencia mientras tú sigues durmiendo
Esas palabras las había
reprochado Kagome y eso le causaba risa, el intentaba disfrutar y aparentar en
cada viaje que descansaba pero aquello era falso, se la pasaba vigilando tanto
tiempo a su pequeña que no podía descansar.
-Buenas noches Inuyasha.- lo
susurra suavemente Kagome acomodándose debajo de las cobijas y cerrar sus ojos.
-Buenas noches, pequeña.- lo
susurra suavemente cerrando las cortinas de la habitación y tomar el control
remoto de la mesa, si no puede dormir por causa de sus insititos, podría
distraerse viendo TV.
Se acomoda en la parte de la
cama que le toca dormir, metiéndose debajo de las cobijas, siendo consiente del
cuerpo que se encuentra a su lado, ya ha dormido con mujeres, pero con Kagome
siempre es distinto, con las otras solo es placer y después se retira a dormir
solo, o bien duerme pero a su manera, pero con Kagome, esta consiente de cada
uno de sus movimientos.
Fija su vista en la
televisión, cambiando los canales por lo menos para entretenerse un rato,
escucha un suspiro salir de los labios de Kagome, y como esta se acorruca un
poco mas hacia él poniéndolo algo nervioso.
Apenas pasan algunos minutos
de los cuales el programa de televisión se encuentra interesantes “noticias”…
-Señorita podría decirme, si
suenan campanas de boda entre usted y el señor Tashio.- lo pregunta aquella
mujer haciendo su trabajo entrevistando a Kikio.
-Inuyasha se fue de viaje, por
asuntos de negocios… así que todavía no hemos hablado de ello.- lo dice Kikio,
mostrando una sonrisa falsa.
¡Ja! Si un asunto de negocios…
ya quisiera.
-Inuyasha…- lo murmura una
suave voz, ocasionando que gire su cabeza.
-¿Dime pequeña?.- lo pregunta,
al ver como esta se talla los ojos, es como si hubiera estado dormida y ahora
se despierta.
-Tengo sed…- se lo hace saber.
-Oh ya veo… bien te daré un
poco de agua y te vuelves a dormir.- se lo dice Inuyasha de forma tierna al
servirse agua de la garra que se encuentra a su lado situada encima del buró.
-Gracias.- lo murmura Kagome
al incorporarse y tomar el vaso para llevárselo a los labios.
Observa como Kagome toma agua,
y en un momento de darle el último trago, siendo conciente como una gota se
desliza desde sus labios recorriendo sensualmente el cuello hasta perderse en
el valle de sus senos, provocando que cierta parte de su cuerpo reaccione ante
ello.
-Gracias Inu… pero, ¿podría
pedirte otra cosa?.- lo ultimo lo da con aire infantil.
-Dime…- lo dice suavemente al
pasar saliva por su garganta.
¡Contrólate Taisho!
Esa era la voz de su mente…
pero su cuerpo pedía todo lo contrario
“Tómala, hazla tuya”… ¡oh kami!.
-Puedes abrazarme…- lo murmura
suavemente Kagome, acercándose hacia donde esta Inuyasha, reposando su rostro
en el pecho del chico, escuchando los latidos.
¡Contrólate Taisho!...
¡contrólate Taisho!... ¡contrólate Taisho!... recuerda que es
tu amiga… tu hermana.
-Anda duerme pequeña…- lo
susurra suavemente Inuyasha posando su brazo alrededor de Kagome, para
estrecharla entre sus brazos.
-Te quiero…- escucha que
Kagome se lo susurra para caer rendida entre sus brazos.
Te quiero…
¿Por qué con ese te quiero se
siente tan lleno de gozo?, como si estuviera todo su cuerpo relajado y tenso a
la vez.
¿Por qué no te das cuenta que
quieres a esa mocosa?.
Entre mas pensaba las cosas,
podría darle crédito a las palabras de Kikio… tal vez, por eso protege
demasiado a Kagome, por que… en… verdad… ¿la ama?
-.-
-¡Oh! Vamos Inuyasha.- lo
menciona Kagome entre sus brazos.
-No mujer, he dicho que no.-
lo dice la fuerte voz de Inuyasha.
-Pero…pero…-
-Pero nada pequeña, tu misma
me habías dicho mi carrera es importante, no puedo perderme ningún día de
los seminarios.- lo ultimo lo dice tratando de imitar la voz de Kagome.
-Malo.- se lo hace saber de
forma infantil, al girarse y darle la espalda.
-Oh vamos pequeña, yo solo
hago lo que tu deseas.- se lo dice Inuyasha, tratando de arreglar aquello.
-No es cierto… yo quiero
quedarme a dormir.- se lo hace saber dándose la vuelta para encarar a su “enemigo”-
y tú quieres que me vaya.- se lo reprocha.
-Eso no es cierto, Sué.- lo
dice un molesto ojidorado.
Kagome por su parte se siente
diminuta a su lado, toda aquella fuerza de reclamo queda por los suelos al
escuchar el “Sué”, solo cuando Inuyasha se encuentra realmente molesto
le dice Sué…
-Me voy a cambiar.- lo dice
una voz apagada dejando que sus ojos marrones se opaquen.
-Espera…. Kag…- lo mormura
Inuyasha deteniendo a su pequeña con una mano, depositándola de nuevo en la
cama.
No escucha ningún reclamo por
parte de Kagome, enfoca sus mirada en sus ojos pero están cerrados, y lo único
que puede delatarle es que su labio inferior esta temblando, sintiéndose
culpable por hacer llorar a aquella mujer.
-Perdóname… perdóname…- lo
susurra suavemente Inuyasha, atrapando a la chica entre sus brazos, dejando que
Kagome esconda su rostro en su pecho.
Escucha un pequeño sollozo.
-Quédate conmigo pequeña, no
te obligare a ir…- se lo dice de forma tierna, dejando que sus piernas se
enrollen con las de Kagome, haciéndolo sentir con tanta naturalidad.
-Gracias… te quiero…- lo
susurra Kagome cerrando sus ojos para entregarse a aquella embriaguez, algún
día sería capaz de decirle a su mejor amigo que aparte de quererlo, también lo
ama.
-Yo también… yo también…- lo
murmura suavemente besando la cabeza de Kagome y a su vez se pregunta ¿sería
capaz de dejar que algún día Kagome salga de su vida?.
Capitulo
II.- Incondicional.
-¡Kagome despacio!.- lo grita Inuyasha observando como su pequeña comienza
a correr hacia la salida, le había prometido llevarla a esquiar, y el resultado
de ello una Kagome impaciente corriendo hacia la salida del hotel.
-¡Kagome!.- lo exclama al ver como aquella mujer choca de nuevo con alguien
pero esta ocasión cae al suelo.
Por su parte Kagome siente como le duele la cabeza, ahora si había chocado
con alguien sumamente duro que la había tumbado como el viento tumba a una hoja
de papel.
-Discúlpeme.- escucha esa voz masculina, al sentir como unos brazos la
levantan y la mantienen en el aire.
-Perdóneme a mí.- lo dice una Kagome aturdida.
-¿Se encuentra bien señorita?.- lo pregunta mostrándole una dulce sonrisa
sin dejar a Kagome en el piso.
-Si…-
-Por dios cariño, ¿estas bien?.- lo pregunta un preocupado Inuyasha
llevando al lugar donde esta su Kagome con ese individuo.
-Creo que solo se encuentra un poco atontada… pero es normal.- se lo hace
saber aquel individuo sin soltar a Kagome.
-La llevare a descansar.- se lo informa secamente Inuyasha, un hombre tan
alto como él y musculoso, lo único que los diferencia es el color de la piel y
los ojos.
-Se la entrego, ¿señor…?.- lo pregunta al evaluar al hombre, un buen rival
con una mujer hermosa e inocente.
-Taisho… Inuyasha Taisho.- lo contesta, tomando a su Kagome entre sus
brazos, dejando que esta se acorruque automáticamente entre sus brazos.
-Si desea señor Taisho, puedo hacerle una revisión a su mujer, para
asegurarnos de que no hay ningún tipo de lesión.- lo dice aquel hombre.
-¿Es medico?.- lo pregunta un desconfiado ojidorado
-Así es… vengo aquí por un seminario.- se lo hace saber al ver a la mujer
que descansa entre los brazos de aquel hombre.
-¿Ese seminario no es para maestros?.- lo pregunta un confundido Inuyasha.
-Oh si… pero hay otro también para los doctores.- se lo informa.
¿Qué hacer?, le preocupa si Kagome tiene alguna lesión, ha escuchado que
una mal caída puede ser peligrosa para los huesos.
-¿Puede acompañarme a la habitación?.- lo pregunta Inuyasha para ver a
aquel hombre.
-Con gusto señor Taisho.- lo responde al seguirlo.
-.-
-¿Con que frecuencia se cae?.- lo pregunta Aoshi.
-Cada vez que choca con una persona.- se lo comunica, recordando las
ocasiones frecuentes.
-¿No se supone que usted debe de estar al pendiente de ella?.- lo pregunta
y reclama aquel hombre de ojos castaños.
-Si, pero como se dará cuenta… Kagome no hace ningún caso de mis
indicaciones.- se lo dice al ver a su pequeña en la cama.
-Bien…- lo murmura suspirando, una mujer adorable, que parece que su aire
de inocencia trae como imán a cualquier hombre, lastima que esta casada.
-¿Tengo que darle algo?.- lo pregunta el ojidorado.
-¿Esta embarazada?.- lo pregunta Aoshi observando a Inuyasha.
-No…- lo contesta secamente, al ver que aquel hombre esta algo interesado
en Kagome.
-Bueno en ese caso solo estas vitaminas son para los huesos… y con que
repose es suficiente.- se lo dice al dejarle un receta.
-Haré que descanse.- se lo hace saber, al conducir al hombre hacia la
puerta del dormitorio.
-Adiós.- lo dice al cerrar la puerta.
¡Feh! ¿Qué se cree ese hombre, que puede venir aquí y decirle como cuidar
de Kagome?... aparte para que pregunto si esta embarazada o no… pero aunque
aquello no es una idea tan descabellada, el imaginarse a Kagome embarazada era
algo que todavía la hace ver mas linda ante sus ojos.
¡Bah!, primero tendría que Kagome acostarse con alguien para poder tener un
hijo, pero eso esta muy lejos de que Kagome tenga algo con alguien, ¡ja!...
como si fuera a compartir esa mujer.
-.-
-¿Cómo te fue?.- lo pregunta Inuyasha al estar acostado en la cama.
-Bien… he conocido a muchas personas.- se lo dice Kagome entrando a la
habitación al dejar su pequeña mochila color azul marino en la silla cercana-
¿Qué has hecho en mi ausencia?.- se lo pregunta al subirse en la cama dejando
que sus zapatos se deslicen al suelo.
-Dormir…- se lo dice al recibir a Kagome entre sus brazos.
-Yo en cambio he estudiado.- lo reprocha – y tengo tarea.- se lo vuelve a
decir en el mismo tono.
-Tu querías hacer este viaje, así que no se queje.- se lo dice un ojidorado
sonriendo.
-Baka…- lo murmura Kagome, cerrando sus ojos al suspirar el aroma masculino
del chico.
-.-
-¿A dónde vas con tanta prisa?.- lo pregunta Inuyasha al sentarse en la
cama.
-Tomare el autobús que nos lleva al seminario y…. regresotardenomeesperes.-
lo ultimo lo murmura rápidamente.
-¿¡Qué demonios!?.- lo pregunta y exclama al levantarse de la cama.
-Quenomeesperes.- lo vuelve a decir rápidamente tomando su mochila para
huir hacia la salida.
-¡Ven acá Kagome!.- lo grita al ver como está esta apunto de salir de la
habitación
-¿Dónde demonios crees que vas a ir después del seminario?.- se lo pregunta
al entender las palabras de la chica.
-A una cena.- se lo dice sin voltearse, imaginándose la cara de pocos
amigos que debe de tener este, se siente entupida, como si todavía tuviera
quince años y esta apunto de escaparse a una fiesta pero es atrapada por su
hermano mayor.
-¿Con?.- lo pregunta, Inuyasha tratando de tener algún tipo de paciencia.
-¿Recuerdas a Aoshi…?- lo pregunta Kagome sin darse la vuelta aun
-¿Qué tiene que ver ese tipo con la cena?.- se lo pregunta enojado.
-Pues… él… él me invito.- lo concluye, cerrando sus ojos, esperando que la
bomba estalle y el mundo acabe.
-¿Qué estas diciendo Sué?.- lo pregunta un furioso Inuyasha.
-Por favor Inuyasha, no te enojes.- se lo suplica al juntar el valor para
darle la cara a su Inuyasha.
-¡¿Cómo me pides eso, cuando piensas salir con alguien así?!.- lo exclama y
pregunta como si aquello fuera algo lógico.
-Es que… le aclare… que eres solo mi amigo…- lo susurra débilmente, sin
querer ver los ojos dorados de Inuyasha.
¡¿Qué había hecho que?!, ¿acaso ese tipo le gusta a Kagome?.
-¿Te gusta?.- lo pregunta Inuyasha al ver a su pequeña.
-No es eso… es que solo quiero salir.- se lo dice simplemente viendo
fijamente los ojos dorados de Inuyasha, y es la verdad… solo desea distraerse,
pasar mucho tiempo con Inuyasha empieza a perturbarla de una manera
sorprendente, y bueno tratar de sacar un poco del amor que siente por ese
hombre no le vendría mal.
-Si ese es el problema yo puedo salir contigo.- se lo hace saber
fácilmente.
-Inuyasha te estas comportando de manera infantil.- lo reprocha Kagome.
-¿Así?... pues dígame señorita por que dice eso.- se lo menciona
cínicamente al cruzar sus brazos sobre su pecho.
-Nunca me dejas salir con otros hombres que no sean tu.- lo comienza a decir
– no dejas que nadie se me acerque, no dejas que ningún hombre me diga nada
bonito por que te pones como león acechando su presa.- lo reclama recordando
las innumerables de veces que ese hombre hace una escena – y lo mas frustrante
de todo es que dices que solo amas a Kikio… ¡te detesto!, ¡te odio!...
¡aborrezco que primero me ilusiones con cuidados y celos infantiles y después
me dejes por que regresar con tu modelo!.- lo concluye una dolida Kagome,
mostrándole aquella frustración, desesperación, desamor, tristeza en sus ojos
cristalinos.
¿Qué puede decir?... es verdad cada una de las palabras que ha dicho
Kagome, las mismas palabras que Kikio le dijo
Jajajaja, ¿y
pretendes que te crea que esa mocosa la quieres como a tu hermana?, por favor
Inuyasha mi prima no ha hecho otra cosa que estorbar en nuestra relación, cada
vez que vamos ir a un lugar, lo cancelas para no dejar a Kagome sola, si tienes
asuntos de negocios o una junta importante la dejas para después y te vas con
ella… según tu para cuidarla… ¡la detesto!, ¡la detesto!, solo es una mocosa
que no sabe que su “súper héroe” esta enamorado de ella…
Tal vez Kikio tiene razón… todos estos años ha estado… ha estado… enamorado de Kagome.
-Quiero que me trates como una mujer… no como una niña que tiene quince
años.- se lo dice suavemente dejando que una pequeña lagrima se deslice por su
mejilla.
-¡Oh Kagome!... he sido tan estupido.- se lo dice, con gran pesar… tratando
de reponer o arreglar todo aquel sufrimiento.
-No claro que no… solo tratas de protegerme.- se lo dice Kagome, avanzando
hacia él.
-Si… es cierto… pero he querido protegerte de mi.- lo informa causando un
gran asombro ante Kagome.
-¿De ti?... pero tu nunca me harías daño.- lo dice, tratando de comprender
las palabras de su amigo.
-¿Es que nunca lo has entendido verdad Kag?.- se lo pregunta con ternura.
-¿Qué?.-
-¡Oh Kami!...- es la única exclamación que se escucha en la habitación para
después ver como Inuyasha se inclina hacia a delante jalando a Kagome hacia sus
brazos y sellando sus labios con los de ella, causando un gran asombro en la
pelinegra.
No sabe que es lo que sucede pero volver estar de ese modo con Inuyasha es
como un sueño hecho realidad… tantas noches recordando su primer beso y el
único con el ojidorado que ahora el segundo se hacía presente.
Lo único que le puede quedar es entregarse ante aquellos labios dejando que
la guíen poco a poco ante la magia que comienza a creer entre ambos.
-¿Ahora lo comprendes?.- lo pregunta al parar sus labios encima de los de
Kagome, sin abrir sus ojos.
-¿Qué?.- lo vuelve a preguntar atontada.
-Por kami, tendré que demostrártelo.- lo susurra, volviendo a tomar sus
labios al mismo tiempo que la toma entre sus brazos.
Tú, la misma siempre tú,
Amistad, ternura que sé yo.
Tú, mi sombra has sido tú,
La historia de un amor
Que no fue nada.
Amistad, ternura que sé yo.
Tú, mi sombra has sido tú,
La historia de un amor
Que no fue nada.
La deposita suavemente en la cama, cubriendo su cuerpo con el suyo, sin dejar
de besar, es tan exquisita como el mas dulce de los mangares que ha probado.
-Kagome…- lo susurra bajando sus manos hacia la cintura de la chica, para
comenzar a desabrochar aquella playera que esta estorbándole.
Se desase de aquella prenda poco a poco, observando la piel desnuda de
Kagome, incorporándose solo un poco para verla tendida debajo de sus brazos,
tan exquisita, tan tierna, tan dulce…
Una historia de amor que con Kikio no fue nada, una historia de amor que
con Kagome comienza a tener sentido…
¡La amas,
admítelo!
De nuevo las palabras de Kikio, y en esos momentos agradece el haberle
hecho abrir sus ojos.
Tú mi eternamente tú,
Un hotel tu cuerpo y un adiós
Tú, mi oculta amiga tú,
Un golpe de pasión,
Amor de madrugada.
Un hotel tu cuerpo y un adiós
Tú, mi oculta amiga tú,
Un golpe de pasión,
Amor de madrugada.
-Te deseo…- lo susurra al volverse a inclinar sobre los labios de Kagome,
tomándolos por completo como si aquello le pudiera en claro a cualquier hombre
que se acerque que aquella es suya… egoístamente suya.
Mueve sus manos lentamente, dejando que Kagome se acostumbre a aquellos
tactos íntimos… que no se asuste con lo que tiene en mente, que se deje llevar.
No existe un lazo entre tú y yo
Nada de amores, nada de nada
Nada de amores, nada de nada
¡Anda vete con
esa mocosa y deja a tu prometida aquí pudrirse en el infierno!
Otras de las palabras de Kikio y después de ello rompió todo lazo con ella…
ya no hay nada entre Kikio y él… nada…
Siente como sus manos se posan en el pecho de Inuyasha jugando con el bello
del chico, enrolándolo suavemente entre sus dedos, escuchando como esté suspira
ante la suave caricia, sonriendo entre el beso.
Tú, la misma de ayer,
La incondicional
La que no espera nada
Tú, la misma de ayer
La que no supe amar
No sé por qué.
La incondicional
La que no espera nada
Tú, la misma de ayer
La que no supe amar
No sé por qué.
¿¡Por que no
puedes ser como Kagome!?
Una vez se lo pregunto a Kikio, por una tonta discusión, y esta tan solo le
contesto
Si tanto
quieres a esa mocosa ve tras ella…
Y ahora es lo que hace, esta con su Kagome… tardo mucho tiempo en darse
cuenta de ello.
Fija su rostro en aquella mujer pelinegra, tez blanca, ojos marrones que
pueden iluminar cualquier habitación sin problemas… aquella mujer la misma de
ayer y siempre, su Kagome… solo suya… la que no supo amar hasta ahora.
Tú, intensamente tú
Soledad, cariño yo que sé
Tú, mis horas bajas tú
Un cuerpo de mujer,
Un par de rosas blancas
Soledad, cariño yo que sé
Tú, mis horas bajas tú
Un cuerpo de mujer,
Un par de rosas blancas
Desliza suavemente con sus manos los pantalones de Kagome junto con
aquellos calcetines dejándola en ropa intima ante el.
-¿Qué… que haces?...- lo murmura suavemente al quererse tapar.
-Sshh… no digas nada… solo se mía.- lo murmura al inclinarse de nuevo a
besar sus labios, perdiendo la razón al tocar aquella suave piel.
No existe un lazo entre tú y yo
No hubo promesas
Ni juramentos nada de nada
No hubo promesas
Ni juramentos nada de nada
-Kagome… mi Kagome…- lo susurra cerca de su oído al comenzar a besar
aquella zona donde recibe como respuesta suspiros y el cuerpo inflamado de la
pelinegra.
Desliza sus manos con cuidado tratando de desatar aquel estorboso trapo
donde cubre los pechos de Kagome, donde comienzan sus labios a descender,
besando primer el valle de uno de ellos para seguir con el otro escuchando como
su nombre es susurrado entre jadeos.
Tú, la misma de ayer,
La incondicional
La que no espera nada
Tú, la misma de ayer
La que no supe amar
No sé por qué...
La incondicional
La que no espera nada
Tú, la misma de ayer
La que no supe amar
No sé por qué...
Suspira al sentir como los labios de Inuyasha se encuentran masajeando
lentamente aquellas dos pequeñas montañas, es como si todo el calor estuviera
en su cuerpo ardiendo a cuarenta grados centígrados… y pensar que afuera esta nevando.
Cierra sus ojos al tratar de abrirlos y enfocarlos hacía Inuyasha pero todo
es tan inútil, sus manos están siendo deslizadas por la amplia espalda de
Inuyasha, sintiendo como todos sus músculos se encuentran tensos.
Amiga…
-Vamos… vamos pequeña… sigue mi ritmo.- lo susurra tan sensual que Kagome
tan solo siente como las manos siguen recorriendo su cuerpo…. Todo eso tan
placentero.
Tú, la misma de ayer,
La incondicional
La que no espera nada
Tú, la misma de ayer
La que no supe amar
No sé por qué...
La incondicional
La que no espera nada
Tú, la misma de ayer
La que no supe amar
No sé por qué...
Se escucha un pequeño gritito salir de los labios de Kagome, siente como si
Inuyasha hubiera mordido parte de su estomago, haciendo que sus ojos se abran
por completo.
-¿He?...- es la única palabra que sale e sus labios, observando a Inuyasha
ponerse de pie y quitarse aquel pantalón, dejándose solo la ropa intima, da un
pequeño trago de saliva para continuar que sus ojos sigan viendo aquel
musculoso cuerpo… tan sensual… tan deseable… tan Inuyasha.
Tú, la misma de ayer,
La incondicional
La que no espera nada
Tú, la misma de ayer
La que no supe amar
No sé por qué...
La incondicional
La que no espera nada
Tú, la misma de ayer
La que no supe amar
No sé por qué...
Ve como Inuyasha de nuevo camina hacia ella y empieza a besar lentamente
sus piernas, primero la izquierda y después la derecha… suavemente dejándola
desear mas de lo que ya pide…
Sube poco a poco sus labios recorriendo toda parte del cuerpo de Kagome,
llevando por debajo de aquellos dulces pechos besando cada uno para seguir
subiendo hasta los labios, su único objetivo dejarlos rojos.
Tú, la misma de ayer… solo tú
La incondicional… solo tú
La que no espera nada
La que no espera nada
La que no espera nada
-¿Estas segura cariño?.- lo susurra con ternura fijando su vista en la de
Kagome.
-Te amo.- se lo contesta demostrándole aquella sonrisa de felicidad.
-Eres mía… solo mía…- lo susurra al besar los labios de Kagome de nuevo,
posando sus manos en la cintura de esta para darse una vuelta y quedar ahora él
debajo suyo.
Kagome siente aquel movimiento lo cual ocasiona que su garganta protesto
con un gemido, del cual sus labios se encuentran ocupados.
-Anda hazlo a tu ritmo…- lo susurra Inuyasha al separar sus labios de los
de Kagome.
-¿Cómo…?- sin comprender bien que pasa, ¿acaso su primera vez no sería
tradicional?.
-Anda…- la alienta Inuyasha.
-Pero…-
Siente como su cuerpo ya se encuentra desnudo y el de Inuyasha de igual
forma, ahora comprende él quiere que mida el dolor de su primera vez…
Solo tú…
¡Oh kami!... esa mujer es una diosa, siente como poco a poco comienza a
introducirse en su cuerpo dejando que las manos de Kagome se mantengan sujetas,
de manera firme entre las suyas, tratando de escuchar y ver algún signo de
dolor, pero parece que poco a poco el dolor no se hace presente.
Puede sentí algo romperse, y después el rostro de dolor de Kagome, como sus
ojos comienzan a volverse cristalinos poco a poco.
Siente un dolor en su vientre, algo que hace que sus ojos empiecen a
derramar pequeñas lágrimas, inclinándose hacia delante para que Inuyasha la
sostenga entre sus brazos con una abrazo sin desprenderse de lo que los
mantiene unidos.
-Muévete conmigo pequeña… y dejara que el dolor se pase…- se lo susurra
Inuyasha en su oído al comenzar a moverse lentamente, los primeros movimientos
fueron algo dolorosos pero los demás se vuelven dulces y placenteros, dejando
que sus ojos se enfoquen con los de Inuyasha.
Solo tú…
Mantiene sus labios en movimiento de la misma manera que su cuerpo se
encuentra deslizándose y volviendo a entrar en aquel lugar, siente como se
contrae y se expande ante su presencia, aquellos gemidos que son música para
sus oídos.
Los rayos solares se encuentran desde hace horas iluminando la habitación,
siendo testigos de esa unión, apenas sujeta fuertemente aquel cuerpo sobre el
suyo para apretar sus labios en un beso salvaje y dejar que su garganta
produzca un sonido de la misma manera que sucede con Kagome, haciendo que sus
cuerpos exploten ante todo ello.
Su cuerpo se relaja suavemente al igual que el de su compañera, lo siente y
lo percibe, dejando que poco a poco esta susurre su nombre y caiga entre sus
brazos y quedarse profundamente dormida.
La
Incondicional…
Capitulo
III.- Siempre Juntos.
Vuelve a abrir sus ojos por segunda vez en el día, sintiendo que alguien la
mantiene abrazada y su cuerpo responde ante las caricias que cierta mano le da
en su espalda desnuda.
-Mmmm….- es el único sonido que sale de sus labios.
-Así que ya estás despierta…- lo susurra cierta voz al observar a la mujer
que yace entre sus brazos en un estado exquisito.
Abre sus ojos para encontrar a la figura a su lado observándola de manera
atenta, recordando lo que apenas acaba de pasar entre ellos y un sonrojo se apodera
de sus mejillas.
-Inuyasha yo…-
-Sshh… no quiero que digas nada hasta que me escuches.- la interrumpe al
posar su dedo sobre los labios hinchados de Kagome.
Lo ha estado pensando desde que se levanto, y todo lo ha reconocido por fin
su mente, ahora es hora que haga las cosas como debieron de haber sido desde
hace años atrás.
-Te he estado mintiendo Kagome…- se lo hace saber sin apartar su dedo de
aquellos labios, callando cualquier protesta o pregunta- yo fui él que dejo a
Kikio, no ella a mi… y sabes ¿por que?...- lo dice al ver como sus ojos
marrones están confundidos – por que Kikio se dio cuenta de que te amo… te amo
locamente, que utilizo un pretexto tan infantil para seguirte, para que nadie
se te acerque… por que tengo celos… celos de que alguien llegue y te diga cosas
bonitas..- se lo hace saber observando alguna respuesta por parte de Kagome,
pero lo único que recibe como señal es una lagrima deslizándose por su mejilla
y es atrapada por su mano- ella me hecho en cara todo lo que hago por ti… y me
hizo decidir entre ustedes dos… ¿y sabes a quien elegí?.- lo pregunta con
ternura al verla- a ti… por que te amo…- lo susurra al dejar que sus labios ya
estén libre de la presión.
-Inuyasha yo…-
-Tan solo dime que me amas y no te arrepientes de lo que sucedió.- se lo
dice al interrumpirla de nuevo, tratando de que su corazón no se sienta
culpable por tomarla como suya sin saber que era realmente lo que deseaba
Kagome.
-Me enamore de ti desde la primera vez que te vi en el jardín de niños,
desde ese momento mi mundo giro alrededor de ti…- lo comienza a explicar con
ternura al recordar aquellos días- te he amado en cada momento de mi
existencia, tu has sido el único que he besado y eres el único dueño de mi
corazón.- lo confiesa.
-¿He sido un tonto, todo este tiempo verdad?.- lo pregunta con una sonrisa,
al estrechar un poco mas fuerte a aquella mujer.
-Eso no puedo ni discutirlo.- se lo hace saber con una sonrisa burlona.
-¡Feh!... perra…- lo murmura Inuyasha haciéndose el ofendido.
-¿Perra?.- lo pregunta una confundida Kagome.
-Si yo soy tu perro guardián, por lógica tú eres mi perra.- lo explica
simplemente.
-Eres un insensible… ¿no puedes ponerme apodos como “cariño”, “mi vida”, “mi cielo”…
“amor”?.- lo pregunta Kagome, tratando de salir de aquel lugar
pero le es imposible al estar atrapada.
-Eso había pensado… pero ¿crees que esos apodos vienen con mi
personalidad?.- lo pregunta simplemente al seguir viendo a su mujer.
-Bueno, ahora que lo pienso no…- lo medita al verlo, pero ¿no podía ser
cariñoso como hace horas?.
-¿Entonces, que reprochas?.- se lo pregunta inclinarse a tomar de nuevo
esos labios.
¡Eso es injusto!... si la besa no puede pensar…
-Suéltame, Inuyasha… suéltame… Taisho.- lo murmura Kagome tratando de salir
de aquellos brazos y de esos labios que poco a poco comienzan a corromperla.
-¿Taisho?... déjeme decirle que ahora usted es una Taisho.- se lo menciona
un Inuyasha burlón
-Eso no es cierto yo soy una Higurashi.- lo pelea la misma Kagome.
-Señora Taisho para cualquiera que este en este hotel, señora Taisho muy
pronto cuando nos casemos… así que mas le vale que se acostumbre a que la
nombren así.- se lo hace saber al ver la sorpresa de Kagome.
-¿Ca-ca…sar-nos?.- lo balbucea sin digerir aquella sorpresa.
-Oh si… ¿acaso quieres vivir en unión libre?.- se lo pregunta- si tú
quieres hacerlo, no lo permitiré, yo deseo que vivas conmigo bajo la ley de los
hombres y de Kami por supuesto.- se lo concluye dándole un suave beso en los
labios.
No sabe que decir, no puede balbucear ni siquiera algún sonido que le
permita protestar o mostrarse llena de felicidad… ¡casarse con Inuyasha!... ¡oh kami si estoy soñando no me
despiertes!...
-Podemos casarnos aquí en Estocolmo, y después volvernos a casar en Tokio
junto nuestros familiares, pero tendremos que esperarnos a regresar hasta que
termines tú seminario.- lo menciona Inuyasha al pensar en todas las
posibilidades.
¿Seminario?... ¡oh kami!... ¡EL SEMINARIO!.
-Inuyasha, baka… perdí el seminario.- se lo dice Kagome al incorporarse de
un golpe, dejando que un Inuyasha se quede de espaldas.
-¿Enserio?.- lo pregunta fingiendo una sonrisa.
-Me sedujiste e hiciste que perdiera las clases… baka…- se lo reprocha.
-¿¡Yo te seduje?!.- lo pregunta y exclama Inuyasha incorporarse para que
esa mujer se rectifique.
-Si.- lo contesta una firme Kagome, arrepintiéndose interiormente de esas
palabras.
-Perdóneme señorita Higurashi, no volverá a pasar…- se lo hace saber un
indignado ojidorado, levantándose de la cama para buscar su ropa.
-Inuyasha, espera… por favor, yo no… quise decir eso.- se lo hace saber al
tratar de rectificar sus palabras.
-¿Enserio?, ¿entonces que quisiste decir?.- lo pregunta al ponerse los
pantalones.
-Perdóname…- lo murmura bajando su mirada, sintiéndose como si acabara de
cometer una mentira y ha sido descubierta
-¡Feh!, a veces quisiera no ser tan débil ante ti.- se lo hace saber al
sentarse a los pies de la cama.
Que trataba de decirle Inuyasha… ¿que el también pierde cualquier tipo de
razón a su lado?
-Hablare al seminario y moveré mis influencias para que no te perjudique en
nada haber faltado hoy.- se lo hace saber el mismo Inuyasha hacia Kagome, al
levantarse y tomar el teléfono.
-Espera….- se lo dice al posarse a lado de él- no quiero que hagas nada… yo
sabré como arreglármelas.- se lo hace saber, dejando que el teléfono vuelva a
su sitio- perdóname…- lo murmura.
-No puedo negarte nada… eres mi única debilidad.- se lo hace saber, al
dejar que ella lo abrace como suele hacerlo.
-Te amo…- se lo susurra al dejar descansar su rostro en el pecho del chico,
mientras una mano esta abrazando al hombre y la otra procura no perder la
sabana que cubre su cuerpo desnudo.
-.-
-¿A quien le hablas?.- lo pregunta un ojidorado observando a su hembra
marcar números.
-Al joven Aoshi.- se lo contesta simplemente.
-Mi mujer no tiene por que hablar con otros.- se lo dice con aquel tono de
macho celoso.
-Por favor Inuyasha, no seas infantil… he estado todo el día contigo, y
necesito decirle al joven Aoshi que me disculpe con lo de la cena, que no
asistiré por que mi prometido lo mataría.- lo explica con sencillez.
-¿Y por que tienes que disculparte?.- se lo pregunta al seguir en aquella
cómoda posición, acostado y disfrutando del aire acondicionado que circula por toda
la habitación.
-Señor Taisho, ¿le gustaría que lo dejaran plantado?.- se lo pregunta al
girarse a ver aquel hombre tan terco.
-¡Feh!...- su única respuesta.
No entiende a esa mujer… pero ya que, total iba a ser su esposa de por vida
y por que no, la madre de sus hijos.
Puede escuchar un “bueno,
joven Aoshi”, observando la espalda desnuda de Kagome… “vera tengo que explicarle, que no
podré asistir a la cena”, y esas palabras ocasiones que se le
inflame el pecho de triunfo… “gracias”,
escucha que lo concluye y cuelga el teléfono.
-Asunto arreglado señor Taisho… ya puede disponer de su prometida.- se lo
dice Kagome al girarse y ver a su prometido y muy pronto esposo en la cama
mostrándole aquel ámbar tan sensual.
-Eso planeo hacer.- lo murmura suavemente Inuyasha acercándose de manera
peligrosa hacia donde esta su presa.
-.-
Disculpe, me podría informar en que habitación se hospeda el señor Taisho.-
lo menciona una joven alta con unos zapatos caros, un vestido de seda y una
gabardina para protegerse del clima, con esos lentes oscuros.
-¿Quién lo busca?.- lo pregunta la señorita que se encuentra atendiendo la
recepción, con aquel uniforme azul marino.
-Kikio Higurashi.- lo contesta.
-Le informare que se encuentra aquí.- lo menciona la secretaria para tomar
el teléfono y marcar la extensión de la habitación del señor Taisho.
Como sea, ella es la prometida de ese hombre así que el dejar que una
semana pasara en aquel lugar, por lo menos había hecho reflexionar a Inuyasha
que la discusión solo fue algo tonto, ahora esta en Estocolmo para recuperar su
relación.
-Señora Taisho, ¿se encuentra su esposo?.- lo menciona la voz de la
secretaria llamando la atención de Kikio… ¿señora Taisho?.
-Un momento…- lo dice Kikio exaltada cortando la comunicación antes de que
esa secretaria se le ocurra alguna tontería.
-¡Señorita Higurashi!....-
-¡¿Cómo es eso de que señora Taisho?!.- lo pregunta y exclama la misma
Kikio.
-El señor Taisho se registro con su esposa desde que llegaron.- lo informa
sin comprender que sucede.
-¿Quién demonios es su esposa?.- lo pregunta con su humor apunto de
explotar.
-Kagome Taisho…- lo contesta simplemente la mujer
-¡Esa mocosa!...- lo grita Kikio llamando la atención de toda persona a su
alrededor, para salir de aquel lugar.
¡Esa mocosa!... esa mocosa se las iba a pagar, ¿Cómo puede estar haciéndose
pasar como esposa de Inuyasha?... si ese hombre millonario es ¡suyo!
-.-
-Anda Inuyasha ya déjame ir.- lo murmura Kagome sonriendo al sentir de
nuevo esos labios sobre los suyos.
-Puedo llevarte después…- se lo susurra al deslizar sus labios suavemente,
apretando a su mujer hacia su cuerpo.
-No lo harás… te conozco y se que se te olvidara.- se lo hace saber al
dejarle que siga besando sus labios.
-Me decepciona la opinión que tienes de mi Kag.- lo murmura, al inclinarse a
seguir besando esos labios que son su droga, y pensar que solo era adicto al
trabajo.
-Solo te conozco mejor.- lo susurra, al escuchar como algunos huéspedes
solo murmuran algo incomprensible ante la escena de esos dos, un hombre que
solo esta en pantalones y una mujer vestida.
-Entonces si me conoces, sabes que deseo ¿no?.- lo susurra al dejar los
labios de Kagome y continuar a descender con aquel exquisito cuello.
Kagome tan solo se ríe al momento de sentir esos labios en su cuello… y
saber que es lo que desea su esposo… a ella.
-Inuyasha…- lo susurra suavemente al posar sus manos en su pecho y trata de
alejarlo con algo de presión.
-Oh vamos Kag, hace tres días que nos casamos en la capilla del hotel y no
deseas pasar ningún día con tu flamante esposo.- lo reprocha Inuyasha, al
incorporarse para ver los ojos marrones de su esposa, cualquier cosa que Kagome
quiera, sus ojos hablan y en esos momentos le proponen llevarla de regreso a la
habitación.
-Si la he pasado contigo Inuyasha…- se lo recuerda- aparte sabes que yo no
vine de vacaciones como tú comprenderás… yo viene a estudiar.- se lo vuelve a
repetir como otras veces.
-¡Feh!...-
-Vamos no te enojes, hoy es el ultimo día de clases, ya después vienen las
pruebas y salgo.- se lo hace saber, para tratar de animarlo.
-Bien… pero pasare por ti.- se lo da como ultimátum.
-Te esperare… salgo a las dos.- lo susurra para volver a besarlo enrollando
de nuevo sus brazos alrededor del cuelo del chico y dejar que este siga posando
sus manos en su cintura, mostrándole a cualquiera que pase por aquel pasillo y
tome el elevador, que son una pareja de recién casados, por los anillos de oro
que llevan cada uno en su dedo.
-.-
Cierra sus ojos y tan solo se dedica a abrazar a la almohada que utiliza
Kagome, dando un suave respiro al llenarse de aquel aroma a jazmín.
No le agrada la idea de que su Kagome se fuera al seminario, pero no puede
hacer algo para impedirlo, es parte de la carrera de la chica, de todos modos
hoy terminaban sus clases y ya vienen los exámenes y después regreso a Tokio
para volverse a casar con esa mujer.
Tiene gran parte de la mañana para descansar, unas dos horas antes se
arreglaría para ir con Kagome y después podría llevarla a cenar y regresar a
disfrutar de ambos… una idea exquisita.
Esta apunto de quedarse dormido, pero algo interrumpe su sueño aquellos
toques en la puerta, ¡arg! Y él que se había molestado en poner el letrero “не беспокойтесь”, lo
cual en sería “no se
moleste”.
Cierra de nuevo sus ojos dorados sin atender al llamado, ya se cansaran y
se irán… pero parece ser que aquel “individuo”
no se ha cansado de tocar, llamando su atención de una manera molesta.
Se levanta de la cama para dirigirse con pasos perezosos hacia la entrada,
abriéndola lentamente, y fijar su mirada en la persona que esta molestando.
-Hola querido.- lo saludo la persona con una sonrisa fingida.
-¿Qué demonios haces aquí?.- lo pregunta un furioso ojidorado
-¿Ese es el recibimiento que le das a tu prometida?.- lo pregunta con un
tono meloso, y desea conquistar a eso hombre debe de guardar su furia.
-Terminamos.- se lo hace saber sin remordimiento alguno.
-Por eso vine Inu…- lo comienza a decir al acercarse y darle caricias en su
pecho desnudo- quiero que nos reconciliemos, me comporte como una tonta… y te
pido disculpas.- lo concluye.
-Demasiado tarde Kikio.- se lo dice al tomar sus manos y retirarlas de su
pecho.
-Es por esa ¿verdad?... esa mocosa se te ofreció.- lo comienza a decir una
furiosa Kikio.
-Esa “mocosa”
como tu le llamas, es ahora mi esposa, así que te pido respeto.- lo dice aquel
ojidorado, al ver como Kikio se queda de piedra y después comienza a enojarse.
-¡Esa mocosa!... ¡y dice ser familiar mío!, ¡es una cualquiera!.- escupe
aquel veneno.
-Cuida tus palabras Kikio, te recuerdo que hablas de mi esposa, no
permitiré que la ofendas.- se lo hace saber un Inuyasha enfadado.
-¿Piensas amenazarme?, ¡por favor no me hagas reír!... tu estas con ella
solo por que es una copia mía.- lo escupe de nuevo Kikio.
Inuyasha por su parte tan solo sonríe, al ver que Kikio por primera vez en
su vida perdido el control y es cómico verla de esa forma, y el pensar en el
parecido que tienen Kagome y Kikio es casi perfecto, pero algo que lo único que
les falla es el espíritu, Kikio tiene el alma negra, llena de avaricia,
superficial y ver que puede ganar y comprar con su bellaza, en cambio Kagome
tan solo da sin recibir nada a cambio, no le gusta el dinero solo quiere vivir
cómodamente.
¡Ja! Y pensar que decía estar muy enamorado de esa mujer que ahora esta
enfrente de él, todo es una ilusión, una ilusión de no tener a Kagome, se
conforma con la prima.
-¡Llamaras mi nombre cuando estés en la cama con ella!.- se lo grita llena
de rabia.
Inuyasha tan solo se ríe dejando una Kikio confundida.
-No me hagas reír Kikio… tú misma te diste cuenta, me lo gritaste antes de
venir…- se lo comienza a decir- no puedo creer que ahora me digas esto.- se lo
sigue diciendo al ver la cara de confusión- nunca te he amado, solo te vi como
un espejo, algo que era tan igual a Kagome… solo estuve contigo por que en el
fondo quería estar con Kagome… en simples palabras su reemplazo.- lo concluye
con una sonrisa burlona.
-¡No!... ¡no!... ¡eso no es cierto!.- lo grita.
-Si lo es… tu misma me abriste los ojos y te agradezco eso… ahora tengo
esposa no me interesas.- lo concluye al cerrar la puesta, escuchando como Kikio
le grita un sin fin de groserías y después un golpe, tal vez aya arrojado algo
hacía la puerta de la habitación.
Es lo mejor, de todos modos no es mentira nada lo que le dijo a Kikio, le
agradece profundamente el abrirle los ojos, el poderle hacer comprender que en
verdad la mujer que es parte de su vida y siempre lo será es Kagome Higurashi de Taisho.
Recordar que la conoció en el jardín de niños… aquel día soleado, cuando él
se encontraba en el último curso y Kagome apenas entraba.
-Me llamo
Kagome.- lo dice aquella pequeña sonriente.
-¿Qué
quieres?.- lo contesta esa niño de una edad cinco.
-Quelo que seas
mi amigo.- se lo dice graciosamente aquella niñita de tan solo tres años de
edad.
-¿Para?.- se lo
pregunta.
-Por que yo se
que tú también quieles.- lo dice con una sonrisa.
Y pensar que después de aquel día, Kagome se ha convertido en una parte tan
esencial en su vida, que el dejarla le duele.
Las peleas, los celos, las cosas tontas que solías decirse y sobre todo la
diversión es parte de aquella relación que ha acabado por unirlos de por vida.
-.-
-¿¡Ya vieron a ese bombón!?.- lo exclama y pregunta una mujer de cabello
rubio como el oro y unos ojos verdes esmeralda, con una figura envidiable.
-¡Oh kami!.- lo exclama otra.
-¡¿Qué estará haciendo aquí?!.- lo pregunta y exclama una mujer a lado de
esas tres.
-Lo mas seguro es que este pidiendo informes.- lo menciona una de ellas.
-¿De?.- lo pregunta una.
-Eso es lo que pienso averiguar.- lo dice maliciosamente esa mujer de
cabello rubio, para dirigirse hacia aquel hombre que esta recargado en el
automóvil negro de gran lujo.
Fija su mira en búsqueda de Inuyasha, el mismo había prometido llegar a
tiempo, pero ahora tenía que decirle que como era el fin del curso que los
compañeros estaban organizando una cena y baile a un lugar de Estocolmo.
¿Cómo se lo iba a decir sin que le diera un no por respuesta?... sigue
buscando con su mirada en aquel lugar lleno de nieve, apenas ha nevado pero la
nieve sigue presente a los alrededores, regalándoles una vista de solo manto
blanco.
¡Oh ahí esta!, lo enfoca recargado en el automóvil, con esa chaqueta de
cuero que lo hace ser irresistible, y esos pantalones ajustados haciéndolo
lucir tan apetecible… y sin contar que esos ojos dorados están escondidos por
unas gafas negras… todo en él es tan apetecible y ella que tiene hambre.
Enfoca con su mirada dorada ve a la mujer que hace que sus sueños sean
únicos y sus noches grandiosas… la pude ver como camina sin fijarse que algunos
hombres están derritiendo el hielo a causa de su imagen, ese atuendo no es
apropiado para una mujer casada, y mas para esa diosa que viene hacia él, unos
jeans ajustados con unas botas para cubrirla del frío, una chamarra blanca que
tiene un cinturón en la cintura dejando ver aquel cuerpo fantástico, y sin
contar que el cabello azabache de su Kagome es hermoso.
Se incorpora para comenzar a caminar hacia su Kagome, que esta acelera el
paso, dejando que ella misma llegue hacia donde se encuentra.
-¡Te extrañe tanto!.- lo menciona Kagome al lanzarse hacia sus brazos.
-¿Y crees que yo no?.- lo pregunta Inuyasha al elevarla entre sus brazos y
dejarla de abrazar.
Cerca de aquella pareja la mayoría de las mujeres y hombre tan solo se
quedan con aquel ojo cuadrado… pensando ¿Cómo podría ésa tener a ese bombón?, o
bien ¿Por qué ése hombre tiene a ese ángel?.
Observan tanto hombres como mujeres aquel dulce beso entre la pareja
algunas sintiendo envidia, al igual que otros… y ellos que se habían
ilusionado.
-Vamos al hotel, Kagome…- lo susurra entre los labios Inuyasha.
-¿Para qué?.- lo pregunta inocentemente, fingiendo no saber que cierta
parte del chico ha hecho acto de presencia.
-¿Es broma verdad?.- lo pregunta algo incomodo ante la situación, apretando
mas a Kagome hacia su cuerpo para darle a entender que sucede.
Por su parte ella tan solo se ríe al entender lo desesperado que se
encuentra.
-Bien ahora que los sabes, nos vamos.- lo menciona un decido Inuyasha que
lo único que hace abrirse paso entre la nieve hacia el coche sin desprenderse
de Kagome, para que nadie note aquel pequeño bulto.
-Tengo algo que decirte.- lo menciona Kagome.
-Ahora no Kag…- lo suplica, al detenerse enfrente de automóvil.
-Es que… me invitaron a cenar.- lo murmura al observar el rostro de su
esposo.
-¿Qué demonios?.- lo pregunta haciendo que su voz suene fuerte y dominante
-Antes de que pongas imágenes en tu mentecilla escúchame.- se lo dice
Kagome sin dejar que sus brazos sigan abrazando el cuello de Inuyasha- es una
cena por el fin de curso, y después habrá un baile.- se lo informa.
-Ya escuche y mi respuesta es no.- se lo hace saber, haciendo que una
pelinegra se enfade.
-Inuyasha…- lo dice una pelinegra amenazando.
-Kagome no me harás cambiar de opinión.- se lo hace saber.
-Bien, entonces no dormiré contigo.- se lo hace saber al verlo a sus ojos,
si Inuyasha no quiere dejarla ir, no va, pero no dormirá con ese baka.
-Eres mi esposa…- se lo recuerda
-Tu esposa y un cuerno.- se lo hace saber furiosa.
-¡Kagome!.- lo grita cierta voz femenina, haciendo que giren sus rostros.
-Akiko…- lo murmura Kagome, al reconocer a su compañera.
-¿Vendrás a la cena y al baile verdad Kagome?.- lo pregunta la mujer al
llegar lado de su compañera, observando al hombre que la mantiene en el aire.
-No, puedo.- se lo hace saber al darle una cara de disgusto a Inuyasha
-¿Por?.- se lo pregunta.
-Mi perro guardián no me deja ir.- lo contesta simplemente al deslizarse
por el cuerpo del hombre y llegar a tocar el suelo con los pies, cerrando sus
ojos al disfrutar de aquella sensación tan agradable.
-¿Qué perro?.- lo pregunta confundida Akikio, una mujer un poco mas alta
que Kagome, piel morena, ojos castaños y cabello negro.
-Este.- lo dice Kagome al señala a Inuyasha y al mismo tiempo girarse entre
los brazos de este.
-¡Pues que perro tan adorable!.- lo menciona aquella chica con entusiasmo y
admiración haciendo que Inuyasha se moleste y Kagome tan solo se ría.
-Este perro adorable.- lo repite Kagome tratando de no reírse- no me deja
salir.- lo concluye.
Esa mujer lo hace sentir como un chiquillo de cinco años, ¿Cómo que perro
adorable?... ¡Kami! Él es un hombre.
-Les avisare a los demás que no puedes ir…- lo menciona esa mujer de ojos
castaños.
-Te lo agradecería.- se lo dice Kagome decepcionada, de tener un perro
guardián, pero de que se queja si ese perro no hace otra cosa que limitarla.
-Espera…- lo dice Inuyasha
-¿Qué pasa?.- lo pregunta Akikio.
-Kagome puede ir, si yo voy con ella.- se los hace saber, haciendo que
Akiko emboce una sonrisa, por eso había ido ha hablar con Kagome, por que las
chicas habían pedido que ese hombre fuera con ellas.
-Claro, no hay problema.- se lo contesta al embozar una sonrisa.
-Perfecto… iremos.- se lo dice Inuyasha embozando una sonrisa a una Kagome
confundida.
¿Desde cuando Inuyasha quiere ir a celebraciones?, ella siempre es la que
lo convence a ello…
-.-
-Anda Kagome, llegaremos tarde.- lo dice un hombre que se encuentra
acostado en aquella cama matrimonial con un vestuario sensual, unos pantalones
casuales color azul marino con una camisa blando donde los primeros tres
botones están desabrochados con una chamarra del mismo tono que el pantalón y
esos zapatos.
-Ya estoy lista.- lo anuncia una Kagome con un vestido que le da un toque
femenino y tan inocente, que hace que un ojidorado quiera devorarla.
-Bien… vámonos.- se lo dice al bajarse de la cama e ir a tomar las llaves
de la habitación, su cartera y las llaves del coche.
-Si…- lo susurra al ver a su esposo vestido de aquella forma, tan sensual,
¿y piensa llevarlo a lado de todas esas arpías?, lo comerían vivo al entrar al
lugar.
-Anda, Kag… no nos van a esperar todo el día.- se lo dice Inuyasha al estar
en la puerta, apagando las luces de la habitación.
-Inuyasha…- lo llama.
-¿Si?.- responde al verla.
-No crees que mejor es quedarnos.- se lo dice tímidamente, estaba loca si
llevaría a ese hombre a esa cena con esas arpías.
-No Kagome, tu te comprometiste y debes de cumplir.- se lo dice, al no
entender a esa mujer primero hace un berrinche por que no la deja ir y cuando
ya están a punto de salir le dice que ¡no!, ¡ja!... eso ni en sueños.
-Bien.- se lo contesta para salir con el afuera de la habitación, haber que
puede hacer para alejar a esas arpías.
-.-
-¡Que bueno que llegaron Kagome, querida!.- lo exclama una mujer rubia al
verla entrar del brazo de Inuyasha, dándole un debo en cada mejilla de forma de
saludo- ¿y este hombre tan guapo quien es?.- lo pregunta esa mujer.
-Taisho… Inuyasha Taisho, un placer.- lo saludo Inuyasha al besarle la mano
a aquella mujer.
-¡Que caballeroso!.- lo exclama.
¿Caballeros?... extremadamente caballeroso… esa Akari esta coqueteando con
su esposo.
-Por favor pasen…- se los dice Akari al ver a ese hombre tan sensual.
Inuyasha llega a la mesa toma el lugar donde se va a sentar Kagome y hace
lo que cualquier hombre haría, toma la silla y espera a que esta se acomode
para tomar después él asiento a su lado.
-¿Así que eres Inuyasha Taisho?.- lo pregunta una mujer al inspeccionarlo
de pies a cabeza.
-Es uno de los magnates de Japón.- lo informa otra mujer en aquella mesa.
-¿Estas casado?.- lo pregunta una chica de cabellos rojizos, haciendo que
cualquier chica en el lugar se interese por la respuesta.
-Si, con Kagome.- se los contesta simplemente al tomar la mano de la chica
y entrelazarlas.
-¡Que suerte!.- lo exclama con falsa emoción una mujer rubia.
-¿Desean ordenar?.- lo pregunta un camarero que llega a la mesa.
-Si.- lo contesta una mujer.
Apenas ha visto la carta y nada se le apetece, pareciera que lo único que
desea es salir de ese lugar con Inuyasha para que no se lo devoren, no hacen
otra cosa que preguntarle cosas y alabarlo… ¡arg!, ¿por que es tan
condenadamente guapo?.
Si Inuyasha le esta dando una lección, la acaba de entender y no volverá a
ir a una reunión donde estén arpías.
-Cariño….- lo llama Inuyasha, apretando suavemente la mano de Kagome
-¿He?.- es la única respuesta para ver los ojos dorados.
-Compartiremos comida, ¿estas de acuerdo verdad?.- lo pregunta al no
entender a su mujer.
-Si… claro.- lo contesta.
-Te amo…- lo murmura para inclinarse al rostro de Kagome, sintiendo como
las mejillas de la chica se encuentran sonrojadas.
-Yo también.- se lo susurra al tiempo que escucha como algunas protestan
ante la dulce escena.
Haber si con eso les podría enseñar a esos hombres que Kagome no esta
disponible…
Siente como Inuyasha se separa de sus labios para abrir sus ojos y ver como
los labios del chico se encuentran pintados de labial carmín.
-Te has manchado tonto…- lo murmura suavemente Kagome.
¿Enserio?.- se lo pregunta sin importarle las miradas curiosas del lugar.
-Si, ¿quieres que te limpie?.- se ofrece al tomar con su mano la servilleta
que yace en sus piernas.
-No.- se lo contesta, no deseaba limpiar el carmín de Kagome, solo se
siente orgulloso del efecto en los labios de la chica, todo el maquillaje se ha
esfumado.
Siente como Inuyasha acerca sus sillas, para que él mismo pueda abrazarla y
seguir con la conversación con esas mujeres, ya no se siente tan celosa debía
de admitirlo, estar así con Inuyasha era algo raro, nuevo y romántico.
La comida llego y ahora se deja consentir por Inuyasha, comienza a darle de
la langosta que el mismo pidió, disfrutando de la cena.
Algunas de las mujeres en mesa tan solo tratan de pasar la comida con agua
observando la “bella”
escena, preguntándose ¿Cómo esa mujer puede tener a ese hombre?, ¿acaso el
mundo se ha acabado?.
-¿Quieres bailar?.- lo pregunta Inuyasha una vez terminado con la langosta
-No… yo quiero irme a dormir.- se lo confiesa, mas bien tenía otros planes,
no quería que esas arpías intentaran seducir a su esposo.
-Si lo deseas…- se lo dice, para pedir la cuenta.
-¿Ya se van?.- lo pregunta una mujer de pelo entre negro y café.
-Kagome se encuentra cansada.- se los informa al firmar la cantidad de la
cuenta.
-Es una lastima, yo quería bailar contigo.- lo dice una mujer
descaradamente, haciendo que Kagome desee salir pronto del lugar.
-Fue un placer conocerlas.- se despide Inuyasha y Kagome tan solo hace una
reverencia.
-.-
-¿No te vienes a dormir Kag?.- lo pregunta un Inuyasha acostado en la cama
esperando a que su esposa acuda a su lado, pero parece que esta mas interesada
leyendo esa cosa.
-Tengo que estudiar.- lo informa una Kagome con pesar.
-Si cambias de opinión, estaré esperándote.- se lo hace saber el mismo
ojidorado al apagar la tele y acomodarse a dormir en la cama, mientras su
esposa esta estudiando de los apuntes para su examen de mañana.
¿Cómo puede ser ese hombre tan insensible?... estaba en ese viaja por que
había ido a preparase para seguir su profesión en la escuela donde da clases,
cosa que no planeaba casarse con Inuyasha y mucho menos terminar haciendo el
amor algunas de las noches.
Como detesta y ama a su vez aquel individuo… ¡buf! Ahora solo le queda
terminar de estudiar y tal vez se reúna con él en la cama.
Gira constantemente hacía donde esta Inuyasha acostado boca abajo con las
cobijas deslizadas hasta su cintura con esa espalda desnuda que tantas veces ha
tocado con su mano y recorrido con sus labios.
¡mou!... ¡por que la vida es injusta!.
Mou…
Esta claro que no se va a concentrar así que lo único que le queda es
cerrar el libro con esas leídas que le dio toda la tarde le bastara para sacar
una nota elevada.
Suelta un profundo suspiro, al girarse y encaminarse hacia donde esta la
cama que comparte con Inuyasha, se sube a la cama en gatas desde donde esta los
pies del chico para ir en pasos lentos hacia el inicio del espalda y posar sus
labios, sonriendo ante aquel suspiro como respuesta por parte de Inuyasha.
Continua con aquel recorrido de besos por esa zona, llega a besos lentos al
hombro, viendo como su ojidorado esta sonriendo.
-¿Qué haces?.- se lo pregunta al sentir a Kagome a su lado después de tener
la sensación de que esos besos por toda su espalda ha despertado un instinto
primitivo.
-¿No te gusta?.- se lo responde con esa pregunta, dejando que Inuyasha tan
solo diga “por supuesto”
y se gire para atraparla entre sus brazos.
-¿No tienes que estudiar?.- se lo pregunta al verla entre sus brazos.
-Si, pero ya termine.- se lo confiesa al besarle el pecho, sintiendo como
las manos de Inuyasha se deslizan por debajo de aquel camisón.
-¿Y que planeas?.- se lo pregunta con aquella voz ronca.
-Dormir…- se lo dice con una sonrisa traviesa, esta claro que desea hacer
el amor, pero si lo hace podría olvidar todo lo que ha memorizado, Inuyasha es
una gran droga para ella.
-¿Bromeas?.- lo pregunta confundido y con una frustración.
-No.- se lo contesta simplemente, cerrando sus ojos y acorrucarse de esa
forma, abrazándolo y dejar que la mano de Inuyasha siga debajo de su camisón
dándole suaves caricias en su espalda.
Le dan ganas de pegarse un tiro, todo su cuerpo se encuentra en calor, y
cierta parte de él exige atención por parte de esa mujer, pero claro primero lo
pone en ese estado y después lo abandona, ¡bien!... si eso es lo que quiere
Kagome, eso tendrá, se dormirá… pero cuando ella le exija algo de atención no
la tendrá de eso esta seguro como se llama Inuyasha Taisho.
Vuelve a ver a su mujer… ¿a quien quiere engañar?, Kagome es su todo,
siempre lo ha sido, su compañera, su mejor amiga, su confidente, su amante y
ahora su esposa… en esos momentos se da cuenta que el amor de su vida siempre
ha sido aquella pequeña mujer que le ha brindado apoyo sin esperar nada a
cambio…
Su
incondicional.
…¡Fin!...
Epilogo.
Un año después…
Estira su brazo al lado izquierdo para tantear la zona, se incorpora para
ver que el lugar de la cama se encuentra vació… ¿Dónde estará?.
Gira a ver el reloj de mesa que esta en el buró “tres y media”, con un bostezo se estira y
se levanta al ser conciente que todo a su alrededor todavía esta oscuro, se
pone aquella bata que yace en la silla, para salir del lugar y caminar hacia la
otra habitación.
Con pasos perezosos camina hacia la puerta de alado, abriéndola de una
forma que todavía desea regresar a la cama, pero con ese hombre a su lado.
Enfoca sus ojos al interior de la habitación con color azul cielo, una
pequeña mecedora a lado de la cuna del mismo tono y en ese lugar Inuyasha
sentado con su pequeño en brazos, una imagen adorable.
-Hola…- lo susurra suavemente Inuyasha al ver a su esposa de pie.
-¿Qué haces?.- lo pregunta Kagome acercarse hacia donde esta Inuyasha, con
aquel pequeño heredero en sus brazos.
-Estaba sucio y lo cambie, no quería molestarte.- se lo dice suavemente al
enfocar de nuevo al pequeño trozo de ellos que yace en sus brazos.
-¿Por qué no lo traes a la cama?.- lo pregunta Kagome lanzando un bostezo.
-¿Y si lo aplastamos?.- lo pregunta un preocupado ojidorado.
-Oh claro que no… tu duermes bien y yo también… no podría pasar eso.- lo
dice Kagome, al tomar el pequeño entre sus brazos, observando la mirada ámbar
de su esposo, y recordar que apenas hace un años atrás estaban en Estocolmo
descubriendo aquel amor.
Solo por que no tarda en pedir de comer.- lo menciona Inuyasha al apagar la
lámpara que esta en la cómoda donde la ropita de su hijo se encuentra acomodada
de manera apropiada, algunos regalos de sus amigos en los lugares donde la
habitación se ve acogedora.
Jajajaja, ya
decía yo que terminarías con Kagome.
Recuerda las palabras de Miroku al llegar del viaje y anunciarle que estaba
casado con Kagome, y quería volver ha celebrar la boda en Tokio.
Ve a su mujer entrar de nuevo a su habitación, después de su llegada se
había enterado que Kikio había desaparecido parece ser que después de armar un
escándalo debió de haber salido del país ya que todas las revistas estaban en
su búsqueda para que explicara por que ella no se casa con Inuyasha Taisho; para
Kikio Higurashi aquello representaba una pesadilla, después de anunciar que
ella sería la que se casaría y todo aquello fueron mentiras.
Inuyasha Taisho
el gran magnate de Tokio contraerá nupcias con Kagome Higurashi… pero ¿no era
Kikio Higurashi la elegida?.
Recordaba ese titulo las revistas de Tokio, el mismo le había informado a
la prensa de su decisión y parecían sorprendidos después de las declaraciones
de Kikio.
Contempla aquella dulce escena, Kagome depositando con cuidado a su pequeño
cachorro… ¡ja!, si cachorro en la cama boca abajo mientras ella se quita la
bata y acude a lado de su bebé tan solo unos tres meses.
-¿Inuyasha?.- lo pregunta Kagome al verlo de pie que mosco le habrá picado
que no parece reaccionar ante su llamado-¿Inuyasha?.- le vuelve a llamar.
-¿He?.- lo pregunta al parpadear.
-¿En que piensas?.- lo pregunta al ver como aquel hombre comienza a caminar
hacia la cama.
-En ti… en mi… y en ese pequeño.- se lo hace saber al acostarse a lado de
su esposa, mirando a ambos tesoros.
-Somos felices, eso es lo importante.- lo murmura Kagome, dejando que
Inuyasha la abrace mientras ambos ven aquel pequeño retoño.
-Si… lo es…- lo susurra al enfocar su vista en ambas personas, una Kagome
que solo cierra sus ojos y se mantiene en medio de aquellos dos hombres.
Y pensar en el día de su segunda boda con Kagome, cuando ambos estaban
llegando al hotel siendo registrados oficialmente como la pareja de recién
casados… lo señores Taisho, como su esposa le pudo dar el mejor regalo de
todos.
-Tengo algo que
decirte… Inuyasha.- lo menciona sentada en la cama matrimonia, con aquel
vestido de novia.
-¿Qué sucede,
pequeña?.- lo pregunta al enfocar su vista en esa mujer, tan hermosa y solo
para él.
-Hay un regalo
que quiero darte, pero solo lo tendrás dentro de unos meses.- se lo comienza a
decir Kagome, fijando su vista en su esposo.
-¿Qué pasa?.-
lo pregunta algo impaciente.
-¿Quieres
sentarte?.- lo pregunta Kagome jugando con los guantes del vestido.
-No, así que
por favor dilo.- se lo hace saber al seguir de pie enfrente de ella.
-Veras… yo…
yo.- lo comienza a balbucear- estoy… embarazada.- lo concluye al fijar su vista
en el ojidorado.
Recordaba muy bien ese día, se había quedado congelado al progresar esa
información, pero después, levanto a su esposa entre sus brazos y comenzó a
besarla para llevarla a la cama, donde el mismo gritaba un “gracias… gracias…”.
Los meses siguientes fueron una dulce tortura, primero había discutido con
Kagome del trabajo, él lo que mas deseaba es que su Kagome no tuviera nada de
disgustos y él fue uno de los causantes al prohibirle el trabajo.
-¡No voy a
dejar mi trabajo, Taisho!.- lo exclama Kagome en el comedor.
-¡Lo harás!.-
se lo contesta de la misma forma.
-Solo estoy
embarazada no invalida.- se lo dice al levantarse de la mesa.
-¡Sué debes de
comer!.- lo grita Inuyasha al ver como su esposa sale del lugar.
-¡Vete al
diablo!.- se lo contesta Kagome gritándole en presencia de la anciana Kaede que
lo único que hace es susurrar “las parejas de hoy en día”.
Después de ello había dormido en la habitación de invitados, por primera
vez desde que se habían casado había dormido sin Kagome, y resultaba ahora
cómico el que el magnate Inuyasha Taisho no pudiera dormir sin su esposa; por
ello había ido a la cocina encontrando a su esposa, comiendo algo.
-¿Qué no puedes
dormir?.- lo pregunta irónicamente Kagome, disfrutando de esas galletas.
-Vine por agua.-
lo contesta simplemente.
-Si claro…- lo
murmura Kagome al verlo.
-¿Por qué no
entiendes que el trabajo te puede estresar?.- se lo pregunta Inuyasha encarando
a su esposa.
-¿Mas de lo que
tú me estresas?, lo dudo…- se lo dice.
-Bien… entonces
no me queda otro remedio que llevarte a la habitación y hacerte el amor, para
después discutir este tema con tranquilidad.- lo dice el propio Inuyasha
avanzando hacia Kagome
-¡No te atrevas
Senkai!.- lo grita Kagome al retroceder sus pasos.
-¿Por qué no?.-
lo pregunta con ironía
-Por que no…-
se lo contesta simplemente.
-Eso veremos
Kag…- lo murmura al inclinarse a atrapar esos labios, sintiendo como se resiste
esa mujer y después cae rendida entre ellos para tomarla entre sus brazos.
Y precisamente eso había hecho, y después con tranquilidad discutió el
tema.
-Por favor
déjame seguir con mi empleo…- lo susurra suavemente Kagome a su lado.
-¿Crees que te
aburrirías aquí en el departamento?.- se lo pregunta, al abrazarla.
-Si… pero eso
no es todo, yo quiero sentirme útil.- se lo dice.
-Prometes no
hacer esfuerzos.- lo murmura al besarle la sien.
-Lo prometo.-
se lo contesta con una sonrisa.
Y esa promesa ha estado vigente hasta el nacimiento de aquel pequeñín,
aunque ahora Kagome se encuentra descansando, por las vacaciones de invierno,
así que le puede dedicar todo su tiempo al pequeño.
Aunque también él mismo le dedica mucho tiempo a su hijo lo cual termina
llevándoselo Kagome a la oficina, algunas veces cancela cualquier reunión por
la visita de ese hermoso bebé y la madre.
-Te hemos
extrañado, así que venimos por ti para comer.- lo menciona Kagome al entrar a
la oficina de Inuyasha.
-¿Así?, yo
también los he extrañado.- se los hace saber al levantarse de aquel asiento y
acercarse a su esposa.
-¿Dónde quieres
comer, Inu?.- lo pregunta Kagome al ver a su esposo con el bebé en brazos.
-Donde
quieras.- responde.
-¿Piensa salir señor?.-
lo pregunta su secretaria Aiko.
-Si, por favor
avisa que vuelvo más tarde.- lo menciona al salir con aquel bebé que es la
sensación de Tokio, no en vano algunos titulares anuncian todavía las fotos que
le tomaron al futuro heredero Taisho.
Ha dejado todo por su familia, aunque Miroku se hace cargo de la empresa al
igual que su hermano, solo que este vive en parte de Francia con su linda
cuñada Rin y con sus sobrinos, mientras Miroku se encuentra haciendo planes de
segunda luna de miel con Sango… esa mujer que lo supo atrapar y lo mantiene en
raya.
Parece que
cupido toco las puertas de las empresas Taisho, por que ningún heredero se ha
quedado ya soltero.
Ese fue uno de los anuncios de las revistas, y es verdad… ningún heredero
se ha quedado sin familia.
-.-
-¿Qué te dijo ese lobo?.- lo pregunta Inuyasha entrando a la habitación con
Kagome entre sus brazos, concentrándose en besar aquel cuello.
-Van a tener un bebé.- se lo informa al cerrar sus ojos, dejando que su
esposo la acomode encima de la cama.
-¡Ja!, ya tenía que ser hora que Ayame se embarazara.- lo murmura al tomar
los labios de su esposa, cubriendo con cuidado el cuerpo de Kagome con él suyo,
siendo consiente de la pequeña criatura que crece en el vientre.
-Solo hazme el amor.- lo murmura Kagome al sentir como sus manos comienzan
a desabrochar la playera de Inuyasha.
-Recuerda que debemos de ir despacio.- se lo hace saber Inuyasha al
descender sus labios por el cuello de Kagome, reconociendo el sabor de aquella
piel.
-Solo estoy embarazada.- lo murmura al sentir como los labios de Inuyasha
se abren paso por su pecho, el cual parece ser que no esta cubierto.
-Lo se y eso me vuelve loco…- se lo hace saber un ojidorado al incorporase
de la cama para observar a su esposa en ese lugar con la camisa a sus lados
como el mismo la tiene, el sostén rosado que se amarra enfrente ahora abierto
esa falda algo arrugada.
-Es una suerte que Ayame quisiera cuidar de nuestro pequeño.- lo dice
Inuyasha al quitarse la camisa para dejarla en el piso con los zapatos de ambos
y calcetines.
Kagome por su parte tan solo sonríe, preguntándose que otra cosa puede
pedir de Inuyasha.
-Eres mía…- lo murmura Inuyasha al subirse de nuevo a la cama para atrapar
los labios de Kagome, sintiendo como su mujer se desvanece en ese lugar,
suplicándole que sus suaves caricias sigan recordando su cuerpo.
Las manos de Kagome recorriendo su cuerpo con suavidad, sus labios siguen
chupando aquellas dos montañas que han crecido gracias al segundo embarazo,
haciendo que su Kagome se vuelva más sensible a sus propias caricias que lo
responde con gemidos y suspiros.
Caen lentamente la falta violeta de Kagome al suelo junto con aquel
pantalón color azul oscuro, dejando ver dentro de la habitación lo que ambos
amantes se encuentran haciendo en la cama, como los gemidos de Kagome se
combinan con los de su esposo, lentamente los labios de Inuyasha se posen sobre
su vientre abultado, suspirando al sentir como las manos del chico siguen
desnudándola.
Besa con suavidad el lugar donde su pequeñita crece y se mantiene a salvo
antes de llevar al mundo, un pequeño gritito sale de los labios de Kagome
enterrando sus uñas en la carne de Inuyasha, delirándolas por toda sus espalda
dejándolo marcado.
Apenas es conciente de que Inuyasha se encuentra dentro de ella, dejando
que su propio cuerpo se amolde al suyo.
Resiste con sus manos a cada costado de Kagome su propio peso, tratando de
no aplastarla pero eso es insuficiente, tomando en sus brazos para cambiarse de
posición, esa jugosa mujer arriba suyo y el por debajo, observando todo el
cuerpo femenino rendido a sus pies.
Kagome trata de abrir sus ojos lentamente, enfocándolos con dificultad a la
figura masculina que tiene por debajo de ella, sonríe al verlo de esa forma,
sumiso a sus caricias, y pensar que ella se encuentra de esa forma.
Comienza a moverse lentamente disfrutando de aquellos pequeños gemidos, los
labios de Inuyasha sobre su cuerpo, dejando que sus manos sigan apoyadas en el
pecho de este.
-Te amo…- lo murmura suavemente Kagome al inclinarse a besar esos labios,
recordando en esos momentos el primer beso que ese ojidorado le dio, su primer
beso, por que deseaba saber que se sentía besar y su amigo Inuyasha la había
besado.
-Y yo te amo demasiado.- lo murmura Inuyasha entre sus labios, al
capturarlos por completos.
Sigue el ritmo que le ha marcado su esposa, dejando fluir toda su sangre
por todo u cuerpo, sin molestarse que Kagome este encima suyo, y recordar la
primera vez que ambos estuvieron de esa forma.
Ve como su esposa se incorpora y comienza a derretirse de la misma forma
que grita al sentir como su semilla recorre su vientre calido y ahora ocupado,
pero sin dejar de disfrutar de las sensaciones.
Sostiene a su Kagome entre sus brazos, cuidando a que no se caiga en el
colchón de un solo golpe como suele hacerlo en otras ocasiones atrás, la
acomoda lenta mente entre sus brazos, al salir del cuerpo de su esposa gimiendo
en una protesta su cuerpo ante esa acción, pero debe de comprender que ahora
esa mujer espera a su bebita de cinco meses no puede durar dentro de ella
demasiado tiempo.
Ve como esa mujer se acorruca entre su cuerpo, entrelazando sus piernas al
mismo tiempo que lo abraza con sumo cuidado de no sentirse incomoda por el bebé
que lleva dentro suyo.
Kagome sonríe sabiendo que la felicidad de su matrimonio es algo que durara
para siempre.
-Te amo… Inu…- lo susurra suavemente Kagome entre sueños al apoyándose mas
hacia su cuerpo disfrutando de aquel dulce lugar.
-Yo también… te amo tanto Kag… tanto.- se lo susurra para dejar que el
manto nocturno comience a desvanecerse y algunos rayos solares aparezcan en el
horizonte.
Supongo que la
incondicional mujer a tu lado te es suficiente para pasar el resto de tú vida.
Esas fueron las palabras de veneno que la carta de
Kikio contenía; pero es verdad… la
incondicional mujer a su lado es suficiente para pasar el resto de
su vida y la eternidad.
…¡Fin!…
Me encantó tu fanfic,es el mejor que he leído!!! 😍😍 💜💜Sigue así amig@ 😉
ResponderEliminarMe encantó tu fanfic,es el mejor que he leído!!! 😍😍 💜💜Sigue así amig@ 😉
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